Mi familia y amigos saben que soy un apasionado de la historia y en particular, de la historia militar. A lo largo de los años, he leído innumerables obras sobre las principales batallas del mundo y biografías de los personajes que las protagonizaron desde los períodos de la antigüedad hasta la era moderna. Eso sí, mi interés en el tema no es romantizar la guerra y ni mucho menos justificarla. Más bien, está estimulado por el deseo de comprender mejor las condiciones que conducen a un conflicto y las ramificaciones geopolíticas de sus consecuencias. Un beneficio colateral de mi lectura es que he conocido historias de figuras excepcionales que para muchos son simples desconocidos.
Liderar con integridad y capacidad
Una de esas personas es el Mayor del Ejército de los EE. UU. Richard Winters, un veterano de la Segunda Guerra Mundial y héroe condecorado del Día D.
Winters enfatizó la importancia del carácter y la competencia, rasgos que transmiten que uno lidera con integridad y capacidad. Y cuando hablaba de liderar con valentía, se refería a hacer lo correcto, incluso cuando era difícil, y admitir errores cuando era culpable.
Un líder exitoso debe poseer un conjunto de principios rectores. Sus valores esenciales, aplicados consistentemente, crearán una cultura de excelencia. La excelencia, según los estándares de cualquier persona, es igual al éxito.
Inspire a su equipo dando el ejemplo
Crear una cultura de excelencia debe ser una prioridad para los líderes en cualquier sector laboral o esfera de la vida. Esto comienza con un liderazgo que inspira la aceptación de su equipo. Como líder, usted da el ejemplo. Por ejemplo, con frecuencia habla sobre la importancia de lo que usted y su equipo hacen. Fomente y permita que florezcan los talentos de su gente. Lidere de tal manera que la gente le siga voluntariamente.
Cree una Cultura de Excelencia
Por supuesto, la creación de una cultura de excelencia no ocurre de la noche a la mañana. Los principios del liderazgo exitoso, aplicados a largo plazo, pueden ayudar a su organización no solo a cumplir sus objetivos clave, sino también a hacerlo con excelencia.
La excelencia es una idea, una mentalidad, un estándar, una forma de ser. Es tan inconfundible como un amanecer: llama tu atención y la gente la reconoce cuándo lo ve.
Pero, como conseguimos impregnar en nuestra organización esa Cultura de la Excelencia?
A mi entender, hay tres estrategias finales que juegan un papel clave en la creación de una cultura de excelencia.
1. Establecer la expectativa de excelencia
Hágale saber a su equipo, desde el principio, que quiere que se destaque en todos los sentidos, desde sus funciones más importantes hasta los detalles más básicos. La mera ejecución de tareas de trabajo de manera superficial no es el tipo de sello que le interesa. A medida que este concepto se desarrolla y acepta conscientemente, eventualmente establecerá una reputación que enviará un mensaje alto y claro: que transmite, a clientes, empleados y especialmente a posibles empleados, que aquí se espera excelencia.
2. Buscar constantemente métodos de mejora
El segundo se basa en el primero. Y eso es arraigar la mejora continua en el ADN de su cultura. Este es un paraguas bajo el cual todos en su equipo deberían vivir. Es imperativo buscar constantemente métodos para mejorar.
Muchos sectores laborales están cambiando rápidamente debido a factores económicos o tecnológicos. Esté abierto a revisiones, ajustes, formación continua o cualquier cosa viable que lo ayude a mantener una ventaja. El impulso por la mejora continua combate la complacencia y sólo conduce hacia la excelencia.
3. Entiender la importancia de deleitar a los clientes
Por último, todos en su equipo deben comprender la importancia de la voz del cliente. Siempre he creído en deleitar al comprador; es decir, aportar valor en términos de calidad y precio de tal forma que no sólo se satisfagan sino que se superen las expectativas del cliente.
A veces, puede cumplir con el servicio y el precio, pero si un cliente no está satisfecho con el resultado, evalúe con franqueza dónde podrían haberse producido las deficiencias para corregir las posibles debilidades. Recuerde, está luchando por la excelencia
Somos lo que hacemos repetidamente. La excelencia, entonces, no es un acto sino un hábito. Esta es una de mis citas favoritas. A menudo se atribuye erróneamente a Aristóteles, pero en realidad fue Will Durant quien lo escribió para resumir un aspecto del pensamiento del antiguo filósofo griego.
El líder inteligente entiende que la excelencia no está indicada por momentos singulares, por positivos que sean. Una cultura de excelencia se establece cuando un sentido de alto logro es el estándar e impregna a toda su el equipo de su establecimiento.
Ayudo al desarrollo de personas mediante la creación de una cultura de rendimiento, el desarrollo de responsabilidades y el aumento de la productividad del equipo.