Este fin de semana, mientras compartía un rato en casa con mi hijo Aitor y mi sobrina Martina, ambos pequenos, hubo un hecho que en ese momento me pasó inadvertido pero que poco a poco me resultó tremendamente enriquecedor.
La cuestión es que tenemos en casa un teléfono antiguo, esos teléfonos de época que por su originalidad y belleza, algunos guardamos como objeto decorativo. ...